Al borde mismo del precipicio te amé
al borde del agua y su dulzura
al borde de los acantilados
de los faros que iluminaban porciones áureas
otoños idos y ajados
Al borde mismo de la locura sangrienta te amé
te arropé con mi mar
con mi torpe estatura
Al borde mismo de los riscos
de los peñascos
de un estuario infinito tuve la sed
la agonía
la bravía indignación
de amarte
(07/04/09)
AP
Imagen: El Porte-Bonheur, “Primavera”.
1 comentario:
¡Qué placer da el sentirme acompañado, sentir que no estoy solo en esto! y ¡Qué paradójico a la vez, ya que me siento libre en soledad!
un abrazo, (sin tocarte, ni rozarte)
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