Lo que se podría decir, si el cerrojo se descorriera, tal vez no sea tan importante como lo hace presuponer la existencia misma del impedimento. Los ojos tal vez saldrían de su encierro y dirían acaso más; las cejas dejarían de ser paréntesis horizontales, las pestañas valdrían su peso en oro, y el pómulo abriría también las manecillas de su reloj. Lo que se podría decir, si se pudiera descorrer el cerrojo, si el impedimento desapareciera, tal vez no sería tan importante como lo que se podría pensar o, en todo caso, atisbar por entre la copa de los árboles y el fulgor de las ciudades. Lo que se podría decir es más o menos lo mismo que se dice siempre: sólo los impedimentos cambian, sólo los paisajes mutan su color, sólo quien se llama Dios sabe que lo dicho no es más que lo que se pudo decir cuando se descorrieron los cerrojos: sed o agua, hola, ay.
(11/03/06)
A. P.
Imagen: Liliana Muente
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